Grasso demolió el monumento al escudo de Río Gallegos con el "compromiso" de pagar otro
La decisión del intendente Pablo Grasso, en aparente complicidad con el Concejo Deliberante, de demoler el histórico Monumento al Escudo de Río Gallegos, se realizó durante la jornada de hoy. La estructura, ubicada en la rotonda Cardenal Samoré, era considerada un emblema de la identidad local y una de las principales postales de bienvenida a la ciudad. Como estaba previsto se destruyó y se realizará alguna réplica en algún lugar, en algún momento y con un costo desconocido.
Inaugurado a mediados de los años 90 durante la gestión del entonces intendente Alfredo "Freddy" Martínez, el monumento fue construido con aportes de funcionarios de aquella época que en vez de cobrar aumentos, decidieron hacer una donación a la ciudad capital. Más que una obra decorativa, representaba los valores compartidos por los riogalleguenses y una conexión simbólica con la historia de la ciudad.
Diseñado originalmente en 1970 por el arquitecto Jorge Rodríguez Nelli, el escudo heráldico de Río Gallegos incluye símbolos significativos como el buque Villarino -que trajo los restos de San Martín a Argentina- y la constelación de la Cruz del Sur, guía eterna del sur del país.
La estructura, que fue escenario de actos cívicos y sociales durante tres décadas, fue demolida en el marco de las obras de remodelación de la Autovía 17 de Octubre. Aunque desde el Municipio argumentan que la medida responde a necesidades de infraestructura, la falta de consulta previa y el valor simbólico del monumento despertaron fuertes críticas de algunos vecinos.
En un intento por atenuar el malestar, el propio Grasso anunció que se construirá un nuevo monumento al escudo, con un diseño "más moderno" y en otro sector de la ciudad. Sin embargo, hasta el momento no se han dado detalles concretos sobre el proyecto, ni se ha convocado a instancias de participación vecinal para definir su diseño o ubicación.
El gesto de invitar a los vecinos a sacarse una "foto de despedida" junto al escudo antes de su demolición fue interpretado por muchos como una burla. "No hay respeto por la historia", fue una de las frases más repetidas entre quienes se acercaron espontáneamente a la rotonda para expresar su rechazo.