Los reacomodamientos políticos y el escenario electoralPor Federico Muñoz
La reciente definición de las candidaturas
para las elecciones PASO, trajo varias movidas políticas a la ciudadanía local,
que lejos de sorprenderse en demasía con algunas volteretas, parece estar más ocupada por otras circunstancias inmediatas de
la vida cotidiana como la continuidad del paro municipal, antes que en los reacomodamientos
partidarios. Sin embargo algunas decisiones merecen ser destacadas porque abren
una serie de interrogantes sobre el futuro político en la provincia que sólo
podrán despejarse con el tiempo.
La sorpresa más anunciada fue la irrupción
de Máximo Kirchner como candidato a diputado nacional por el Frente para la
Victoria. A decir verdad, su participación había sido eje de especulaciones en
los meses previos, aun así no dejó de sorprender ya que no tuvo ninguna
actividad política propia en Santa Cruz como para dar por sentado que sería
candidato.
La segunda sorpresa, y la que realmente
agitó las aguas, fue la decisión de Daniel Peralta de no enfrentar al Frente
para la Victoria en las elecciones primarias y encolumnarse detrás de la figura
de Máximo, a quien llevará como
candidato a diputado nacional, además de confirmar que también llevará en su boleta
a la fórmula presidencial del FPV Scioli- Zannini.
Otra de las sorpresas fue la candidatura de
dos ex funcionarias cercanas del gobernador Peralta, quienes integran la lista
de candidatos del FPV, pero que no fueron ubicadas allí fruto de un acuerdo político
con el PJ sino más bien todo lo contrario: están allí por sus desacuerdos con
el gobernador.
En líneas generales, es posible considerar
que estas tres decisiones marcarán el pulso político de los próximos meses en
la política santacruceña porque de profundizarse estos reacomodamientos se
puede llegar a comprender cuál será el panorama que nos deparará octubre y el
futuro cambio de gobierno a finales de año.
Sin dudas que la más trascendente entre las
sorpresas mencionadas fue la decisión de Daniel Peralta de no presentarle
batalla al Frente para la Victoria en estas elecciones primarias y obligatorias
(PASO) ya que nada hacía suponer un cambio de estrategia tan repentino por
parte del gobernador y presidente del partido justicialista santacruceño.
El propio mandatario fundamentó su postura
como una decisión pragmática, destacando que por encima de los intereses
partidarios estaba la gobernabilidad de la provincia por lo cual no iba
confrontar con un gobierno nacional al que después va a tener que pedirle apoyo.
En una primera mirada sobre esta decisión,
se puede destacar el pragmatismo como valor real de la acción política, y del
accionar concreto de quienes tienen responsabilidades a su cargo. Se evalúa una
situación, se determina lo conveniente y se toman las medidas necesarias,
aunque generen costos políticos que pagar. Este parece ser el razonamiento de
Peralta: se prioriza la conveniencia a largo plazo, más allá de las
circunstancias coyunturales.
Todo parece indicar que Peralta tomó nota
del rumbo que están tomando las definiciones electorales nacionales y ya decidió tomar partido a favor del oficialismo.
A priori, según las encuestas la fórmula Scioli- Zannini ganará las elecciones,
y habrá continuidad del modelo de gestión kirchnerista, mal que le pese a la
oposición que no supo generar ninguna alternativa electoral, más allá del
macrismo que expresa a la derecha conservadora, siempre vigente en nuestro país.
En ese escenario, con un nuevo presidente justicialista
surgido de un fuerte respaldo en las urnas, la provincia seguirá necesitando
del apoyo nacional para sostener la continuidad de las inversiones y de las
políticas públicas nacionales. Y para eso nada mejor que estar desde la primera
hora apoyando a los candidatos del proyecto antes que sumarse luego al carro de
la victoria, donde no siempre los arribistas son bienvenidos, o quedan como
furgón de cola. Desde esa óptica, Peralta no dudó y se alineó detrás de la
fórmula presidencial y en apoyo a la candidatura de Máximo, para que se entienda
que desde el vamos tiene puesta la misma camiseta.
Una segunda mirada sobre esta estrategia,
que ya esbozaron algunos militantes, es la que no termina de comprender la
coherencia de una decisión que parece ir a contramano de todo lo ocurrido desde
el 2011 a la fecha, cuando se produjo el quiebre de la alianza PJ-FPV por la ley de armonización de la Caja de
previsión, la que generó la escisión política y surgimiento del Peraltismo con pretensiones autonomistas.
Es cierto que pasó mucha agua bajo el
puente y que en el último año se produjo un acuerdo político-institucional que
limó asperezas y le permitió a Peralta gobernar a través del continuo auxilio
financiero, llegando incluso a participar de actos institucionales al lado de
la presidenta. Atrás quedaron las
acusaciones cruzadas y la partición de la provincia en municipios kirchneristas
o peraltistas. Es más, en los últimos tiempos hasta volvieron los saludos cordiales entre referentes políticos que
hasta hace poco no podían ni compartir un acto (ej.: Peralta- Mazú).
Para la lógica peraltista, la decisión
pragmática debe ordenar y organizar a la militancia detrás de un propósito
común: retener el poder y asegurar la gobernabilidad. Habrá que ver si esta
mirada serás compartida por el grueso de su militancia que hasta no hace mucho soñaba
con superar esta rivalidad pero a través del voto popular, en la confrontación electoral
de dos modelos de gestión que hasta el fin de semana eran diferentes. Una
militancia que además se había convencido que el kirchnerismo se había ido para
no volver a la provincia, algo que parece que ya no es tan así.
Dicho de otro modo, a Peralta le queda
ahora el doble trabajo de convencer a la militancia y a la ciudadanía de que no
arrió las banderas de la autonomía política, en las que se plantaba para decidir
sobre los temas provinciales sin la intromisión nacional, y que seguirá
reclamando las mismas cosas que reclamaba: más regalías mineras, cambios en
ganancias, críticas a la inflación, respeto a las instituciones, críticas a la
ley de lemas, etc. Todos esos posicionamientos que lo diferenciaban y que en su
momento constituyeron su capital político, que fueron diluyéndose en la medida
que se fue dando el nuevo acercamiento con el modelo nacional.
Resueltas las PASO, donde Máximo ya quedó
consagrado sin que nadie se oponga, resta ahora ver cómo se ordenará la grilla
de cara a las elecciones de octubre. Si el PJ peraltista buscará diferenciarse
nuevamente o si habrá listas comunes con el Frente para la Victoria, después de
todo ambos partidos se sumarán los votos si queda vigente la ley de lemas para
gobernador y vice, lo que parece muy probable. En el medio, aquellos militantes
disconformes con las últimas decisiones de su conductor, podrían imitar los
pasos de las ex funcionarias ahora candidatas del Frente, y sumarse al trabajo
político con la nueva estrella kirchnerista, que comenzó a forjar su futuro
político ganando su primera elección y. Un éxodo así no sería algo imposible,
después de todo así es el peronismo, siempre apoya al ganador.
La reciente definición de las candidaturas para las elecciones PASO, trajo varias movidas políticas a la ciudadanía local, que lejos de sorprenderse en demasía con algunas volteretas, parece estar más ocupada por otras circunstancias inmediatas de la vida cotidiana como la continuidad del paro municipal, antes que en los reacomodamientos partidarios. Sin embargo algunas decisiones merecen ser destacadas porque abren una serie de interrogantes sobre el futuro político en la provincia que sólo podrán despejarse con el tiempo.
La sorpresa más anunciada fue la irrupción de Máximo Kirchner como candidato a diputado nacional por el Frente para la Victoria. A decir verdad, su participación había sido eje de especulaciones en los meses previos, aun así no dejó de sorprender ya que no tuvo ninguna actividad política propia en Santa Cruz como para dar por sentado que sería candidato.
La segunda sorpresa, y la que realmente agitó las aguas, fue la decisión de Daniel Peralta de no enfrentar al Frente para la Victoria en las elecciones primarias y encolumnarse detrás de la figura de Máximo, a quien llevará como candidato a diputado nacional, además de confirmar que también llevará en su boleta a la fórmula presidencial del FPV Scioli- Zannini.
Otra de las sorpresas fue la candidatura de dos ex funcionarias cercanas del gobernador Peralta, quienes integran la lista de candidatos del FPV, pero que no fueron ubicadas allí fruto de un acuerdo político con el PJ sino más bien todo lo contrario: están allí por sus desacuerdos con el gobernador.
En líneas generales, es posible considerar que estas tres decisiones marcarán el pulso político de los próximos meses en la política santacruceña porque de profundizarse estos reacomodamientos se puede llegar a comprender cuál será el panorama que nos deparará octubre y el futuro cambio de gobierno a finales de año.
Sin dudas que la más trascendente entre las sorpresas mencionadas fue la decisión de Daniel Peralta de no presentarle batalla al Frente para la Victoria en estas elecciones primarias y obligatorias (PASO) ya que nada hacía suponer un cambio de estrategia tan repentino por parte del gobernador y presidente del partido justicialista santacruceño.
El propio mandatario fundamentó su postura como una decisión pragmática, destacando que por encima de los intereses partidarios estaba la gobernabilidad de la provincia por lo cual no iba confrontar con un gobierno nacional al que después va a tener que pedirle apoyo.
En una primera mirada sobre esta decisión, se puede destacar el pragmatismo como valor real de la acción política, y del accionar concreto de quienes tienen responsabilidades a su cargo. Se evalúa una situación, se determina lo conveniente y se toman las medidas necesarias, aunque generen costos políticos que pagar. Este parece ser el razonamiento de Peralta: se prioriza la conveniencia a largo plazo, más allá de las circunstancias coyunturales.
Todo parece indicar que Peralta tomó nota del rumbo que están tomando las definiciones electorales nacionales y ya decidió tomar partido a favor del oficialismo. A priori, según las encuestas la fórmula Scioli- Zannini ganará las elecciones, y habrá continuidad del modelo de gestión kirchnerista, mal que le pese a la oposición que no supo generar ninguna alternativa electoral, más allá del macrismo que expresa a la derecha conservadora, siempre vigente en nuestro país.
En ese escenario, con un nuevo presidente justicialista surgido de un fuerte respaldo en las urnas, la provincia seguirá necesitando del apoyo nacional para sostener la continuidad de las inversiones y de las políticas públicas nacionales. Y para eso nada mejor que estar desde la primera hora apoyando a los candidatos del proyecto antes que sumarse luego al carro de la victoria, donde no siempre los arribistas son bienvenidos, o quedan como furgón de cola. Desde esa óptica, Peralta no dudó y se alineó detrás de la fórmula presidencial y en apoyo a la candidatura de Máximo, para que se entienda que desde el vamos tiene puesta la misma camiseta.
Una segunda mirada sobre esta estrategia, que ya esbozaron algunos militantes, es la que no termina de comprender la coherencia de una decisión que parece ir a contramano de todo lo ocurrido desde el 2011 a la fecha, cuando se produjo el quiebre de la alianza PJ-FPV por la ley de armonización de la Caja de previsión, la que generó la escisión política y surgimiento del Peraltismo con pretensiones autonomistas.
Es cierto que pasó mucha agua bajo el puente y que en el último año se produjo un acuerdo político-institucional que limó asperezas y le permitió a Peralta gobernar a través del continuo auxilio financiero, llegando incluso a participar de actos institucionales al lado de la presidenta. Atrás quedaron las acusaciones cruzadas y la partición de la provincia en municipios kirchneristas o peraltistas. Es más, en los últimos tiempos hasta volvieron los saludos cordiales entre referentes políticos que hasta hace poco no podían ni compartir un acto (ej.: Peralta- Mazú).
Para la lógica peraltista, la decisión pragmática debe ordenar y organizar a la militancia detrás de un propósito común: retener el poder y asegurar la gobernabilidad. Habrá que ver si esta mirada serás compartida por el grueso de su militancia que hasta no hace mucho soñaba con superar esta rivalidad pero a través del voto popular, en la confrontación electoral de dos modelos de gestión que hasta el fin de semana eran diferentes. Una militancia que además se había convencido que el kirchnerismo se había ido para no volver a la provincia, algo que parece que ya no es tan así.
Dicho de otro modo, a Peralta le queda ahora el doble trabajo de convencer a la militancia y a la ciudadanía de que no arrió las banderas de la autonomía política, en las que se plantaba para decidir sobre los temas provinciales sin la intromisión nacional, y que seguirá reclamando las mismas cosas que reclamaba: más regalías mineras, cambios en ganancias, críticas a la inflación, respeto a las instituciones, críticas a la ley de lemas, etc. Todos esos posicionamientos que lo diferenciaban y que en su momento constituyeron su capital político, que fueron diluyéndose en la medida que se fue dando el nuevo acercamiento con el modelo nacional.
Resueltas las PASO, donde Máximo ya quedó consagrado sin que nadie se oponga, resta ahora ver cómo se ordenará la grilla de cara a las elecciones de octubre. Si el PJ peraltista buscará diferenciarse nuevamente o si habrá listas comunes con el Frente para la Victoria, después de todo ambos partidos se sumarán los votos si queda vigente la ley de lemas para gobernador y vice, lo que parece muy probable. En el medio, aquellos militantes disconformes con las últimas decisiones de su conductor, podrían imitar los pasos de las ex funcionarias ahora candidatas del Frente, y sumarse al trabajo político con la nueva estrella kirchnerista, que comenzó a forjar su futuro político ganando su primera elección y. Un éxodo así no sería algo imposible, después de todo así es el peronismo, siempre apoya al ganador.